martes, 22 de abril de 2014

Nos habla nuestra experta Marcela Lechuga, psicóloga y autora de Así es la vida.


¿Qué mensaje te gustaría enviarle a los padres de tantos niños y jóvenes que han vivido el incendio de Valparaíso?, ¿qué les aconsejarías para vivir este duelo de haberlo perdido todo?

Queridos Padres
                                                                                                                                             En  estos momentos  difíciles de la vida como el que ustedes están viviendo a raíz de la pérdida de sus hogares y de todo lo material significativo que atesoramos en ellos, con profundo respeto y cariño quiero invitarlos a  no perder también la  oportunidad de enriquecer a sus hijos con el tesoro que ni un incendio, ni un terremoto, ni la muerte, puede quitarles que es… su ejemplo de vida, ejemplos que quedarán  grabados en los  corazones de sus hijos, atesorando la sabiduría, la templanza y la fortaleza que puedan  manifestarles para afrontar la adversidad.
              
                                                                                                                          
Y como en la vida lo único que todos sabemos a ciencia cierta es, que es incierta, y que nada ni nadie nos puede garantizar que no perderemos  a nuestros seres queridos, nuestra salud, nuestros bienes y nuestra vida,  la forma en que nuestros hijos nos vean afrontar estas noches oscuras  se transformará para ellos en la luz que iluminará su camino cuando se les oscurezca en algún tramo de la vida.

Tenemos la creencia de que proteger a nuestros hijos es intentar por todos los medios evitarles las situaciones difíciles, siendo que esas experiencias, junto a la presencia y apoyo de un adulto capaz de acoger lo que están sintiendo, es lo que les  permite ir desarrollando los recursos personales para afrontar la vida en las buenas y las malas.

Hoy  para escribir este mensaje me pregunto lo mismo que me pregunté  el 2010 para el terremoto y tsunami: ¿Qué puedo ofrecer desde mi ámbito de competencia y mi pequeñez  en este tremendo desastre?, ¿qué se puede sembrar en medio del caos, el dolor, la incertidumbre, la impotencia?

Esa vez la  respuesta fue ir a  ofrecer mi granito de arena  para apoyar a las familias damnificadas en la zona de Concepción, como muchos hoy día lo están haciendo en Valparaíso y el norte de Chile. En esa ocasión, haciendo una actividad con los niños  nos dimos cuenta de que estaban muy asustados, pero no por el terremoto en sí mismo y las permanentes amenazas en cada réplica,  sino por ver a sus padres reaccionar descontrolados y aterrados. Les propusimos  hacer un ejercicio para despertar nuestro poder personal  y así  ofrecerles, dentro de lo que estaba en nuestras posibilidades, algún recurso interno al cual recurrir en la adversidad. Recogimos piedras  que sostenían en sus manitos y los invitamos a respirar inhalando todo el miedo, luego retenerlo para finalmente exhalar el aire soltando el miedo con toda la fuerza. Cada uno a su propio ritmo,  expulsando el miedo lograría botar la piedra de sus manos y, cuando esto ocurriera, la piedra estaría cargada con el poder de protegerlos. Así, cada vez que se asustaran podrían recurrir a este recurso con el que siempre van a contar: inhalaran, retener y exhalar para sentirse mas protegidos.

Esa noche hubo una fuerte réplica y al dia siguiente visitamos nuevamente a los niños y un pequeñito nos comentó que su mamá se asustó y que él le entregó su piedra del poder para que no tuviera miedo, la madre corroboró que su hijo más pequeño la contuvo, cuando el terror estaba inundándola, impidiéndole actuar como adulta y contener ella a su hijo.

Este procedimiento no es infalible ni le tiene que servir a todos, pero el propósito de  compartirlo con ustedes  es que recordemos  lo que ya sabemos y que en los momentos difíciles se nos olvida: nuestros hijos necesitan nuestra paz en medio de la tormenta y confiar en que, aunque estemos desolados, el amor nos guiará a sacar lo mejor de nosotros cuando las circunstancias así lo ameriten.

Saquemos lo mejor  de cada uno, como lo hacen las ostras cuando un grano de arena las hiere, comienzan a liberar capas y capas de nácar, hasta que finalmente este proceso de sanación se trasforma en una perla. La ostra que  no ha sido herida no produce perlas, así también pasa con nuestras heridas.

Encontremos esos tesoros que nunca se pierden y confiemos en que estamos despertando a la consciencia de unidad de la gran familia humana y que lo que le pasa a  unos también nos pasa a todos. Así juntos reconstruiremos, como lo hemos hecho en experiencias anteriores, nuestra realidad que nos duele a todos. 

Un abrazo del alma.

Marcela Lechuga
Autora de Así es la vida. Zig-Zag.


¿Qué capítulo de tu libro crees que podría ser de ayuda para los padres en este momento de adversidad?
El capítulo 1 de Así es la vida nos alienta a reconstruir cuando se ha perdido todo. Se hace referencia al terremoto y tsunami del año 2010 y a las experiencias de personas ancianas como mi querida Blanquita, quien con su testimonio da esperanza y fe a todos aquellos que están sufriendo en estos momentos, y que tienen la tarea de volver a partir. 





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