¿Qué mensaje te gustaría enviarle a los padres de tantos niños y jóvenes que han vivido el incendio de Valparaíso?, ¿qué les aconsejarías para vivir este duelo de haberlo perdido todo?
Queridos Padres
En estos momentos difíciles de la vida como el que ustedes
están viviendo a raíz de la pérdida de sus hogares y de todo lo material
significativo que atesoramos en ellos, con profundo respeto y cariño quiero
invitarlos a no perder también la oportunidad de enriquecer a sus hijos con el
tesoro que ni un incendio, ni un terremoto, ni la muerte, puede quitarles que
es… su ejemplo de vida, ejemplos que quedarán
grabados en los corazones de sus
hijos, atesorando la sabiduría, la templanza y la fortaleza que puedan manifestarles para afrontar la adversidad.
Tenemos la creencia de que
proteger a nuestros hijos es intentar por todos los medios evitarles las
situaciones difíciles, siendo que esas experiencias, junto a la presencia y
apoyo de un adulto capaz de acoger lo que están sintiendo, es lo que les permite ir desarrollando los recursos personales
para afrontar la vida en las buenas y las malas.
Hoy para escribir este mensaje me pregunto lo
mismo que me pregunté el 2010 para el
terremoto y tsunami: ¿Qué puedo ofrecer desde mi ámbito de competencia y mi
pequeñez en este tremendo desastre?,
¿qué se puede sembrar en medio del caos, el dolor, la incertidumbre, la
impotencia?
Esa vez la respuesta fue ir a ofrecer mi granito de arena para apoyar a las familias damnificadas en la
zona de Concepción, como muchos hoy día lo están haciendo en Valparaíso y el
norte de Chile. En esa ocasión, haciendo una actividad con los niños nos dimos cuenta de que estaban muy asustados,
pero no por el terremoto en sí mismo y las permanentes amenazas en cada
réplica, sino por ver a sus padres
reaccionar descontrolados y aterrados. Les propusimos hacer un ejercicio para despertar nuestro
poder personal y así ofrecerles, dentro de lo que estaba en
nuestras posibilidades, algún recurso interno al cual recurrir en la
adversidad. Recogimos piedras que
sostenían en sus manitos y los invitamos a respirar inhalando todo el miedo,
luego retenerlo para finalmente exhalar el aire soltando el miedo con toda la
fuerza. Cada uno a su propio ritmo,
expulsando el miedo lograría botar la piedra de sus manos y, cuando esto
ocurriera, la piedra estaría cargada con el poder de protegerlos. Así, cada vez
que se asustaran podrían recurrir a este recurso con el que siempre van a
contar: inhalaran, retener y exhalar para sentirse mas protegidos.
Esa noche hubo una fuerte réplica
y al dia siguiente visitamos nuevamente a los niños y un pequeñito nos comentó
que su mamá se asustó y que él le entregó su piedra del poder para que no
tuviera miedo, la madre corroboró que su hijo más pequeño la contuvo, cuando el
terror estaba inundándola, impidiéndole actuar como adulta y contener ella a su
hijo.
Este procedimiento no es
infalible ni le tiene que servir a todos, pero el propósito de compartirlo con ustedes es que recordemos lo que ya sabemos y que en los momentos
difíciles se nos olvida: nuestros hijos necesitan nuestra paz en medio de la
tormenta y confiar en que, aunque estemos desolados, el amor nos guiará a sacar
lo mejor de nosotros cuando las circunstancias así lo ameriten.
Saquemos lo mejor de cada uno, como lo hacen las ostras cuando
un grano de arena las hiere, comienzan a liberar capas y capas de nácar, hasta
que finalmente este proceso de sanación se trasforma en una perla. La ostra
que no ha sido herida no produce perlas,
así también pasa con nuestras heridas.
Encontremos esos tesoros que
nunca se pierden y confiemos en que estamos despertando a la consciencia de
unidad de la gran familia humana y que lo que le pasa a unos también nos pasa a todos. Así juntos reconstruiremos,
como lo hemos hecho en experiencias anteriores, nuestra realidad que nos duele
a todos.
Un abrazo del alma.
Marcela Lechuga
¿Qué capítulo de tu libro crees que podría ser de ayuda para los padres en este momento de adversidad?
El capítulo 1 de Así es la vida nos alienta a reconstruir cuando se ha perdido todo. Se hace referencia al terremoto y tsunami del año 2010 y a las experiencias de personas ancianas como mi querida Blanquita, quien con su testimonio da esperanza y fe a todos aquellos que están sufriendo en estos momentos, y que tienen la tarea de volver a partir.
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