jueves, 30 de octubre de 2014

Tortolitas en primavera

por Alejandra Schmidt



Sabemos que la primavera trae renovación y nacimiento; sin embargo, cada año que nos visita nos vuelve a sorprender con la belleza de su obra: las flores, los rayos del sol, los cantos de los pájaros, la brisa tibia del viento, en fin, una serie de ofrendas que nos trae esta estación tan especial. Quizás por esto no debí asombrarme tanto al ver el regalo que trajo este año hasta mi casa, pero no pude hacer menos… En la ventana del dormitorio de mis hijas descubrí un nido y sobre este un solo huevito blanco. Había visto a la madre pájaro ir de aquí para allá durante el fin de semana, pero jamás pensé que estaba construyendo el hogar para recibir a su hijo justamente en la ventana de los míos.

    Tuve que recurrir a la sabiduría de Bruno, el hijo de la ogresa en Mis vecinos los ogros, para reconocer desde mi ignorancia que la visita se trataba de una tórtola. Él me hubiera instruido en no acercarme mucho, pues son asustadizas, y en no sorprenderme por la precariedad de su nido, construido con tan solo algunos palitos. Dicen que las tórtolas anidan a partir de octubre y mi nueva amiga lo hizo justo en la fecha. ¿Qué habría pasado –me pregunté– si tal como las picaflores de Arica se hubiese desconcentrado de su tarea? Si mi tortolita se hubiese deslumbrado como las nortinas de la fábula Colas de colibrí con las plumas de la cola de otro pajarito, quizás ese huevito blanco, liso y perfecto, no estaría preparándose para dar paso a una nueva vida.

Y entonces la primavera se congelaría como en un cuento de hadas y no podríamos presenciar el baile de los vientos y las rosas bajo las órdenes del picaflor que, como un maestro de orquesta, dirige armoniosamente esta danza en uno de los cuentos del Baile del picaflor. La vida sigue su curso y el universo cuida que todo se cumpla de acuerdo a lo esperado y, aunque algunos eventos nos sorprendan, como la muerte de la tenquita sobre la gélida nieve en ¿Quién mató a la tenquita?, comprendemos que incluso esto sucede por algo, que todo obedece a un ciclo, que cada una de las cosas tiene su razón de ser. Entonces no me queda más que esperar quince días –tal como me sopla Bruno- para ver romperse el cascarón y aparecer curioso al mundo a un tortolito o tortolita que ha sido enviado a hacer de las suyas en la Tierra.

Para observar la naturaleza en primavera, te recomiendo estas lecturas (haz clic en los títulos para revisar sus fichas):

-¿Quién mató a la tenquita?, de Saúl Schkolnik con ilustraciones de Carmen Cardemil.
-El bailedel picaflor, de Alicia Morel con ilustraciones de Fabián Rivas.
-Colas de colibrí, de Víctor Carvajal con ilustraciones de Alex Pelayo.
-Mis vecinos los ogros, de Josefina Hepp con ilustraciones de María José Arce.



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